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Iván Herrera Michel

LA MUSICA CEREMONIAL MASÓNICA

Dernière mise à jour : 13 août


Iván Herrera Michel

Ex Presidente de CLIPSAS


By: Iván HERRERA MICHEL

Former President of CLIPSAS


Par : Iván HERRERA MICHEL

Ancien Président du CLIPSAS





La música ceremonial masónica ha sido utilizada en las logias desde el siglo XVII y tiene raíces en una antigua tradición cultural que se remonta a más de 40.000 años, durante el Paleolítico Superior. Los antropólogos han descubierto que ya en esa época se usaban flautas en rituales. Por ejemplo, se ha encontrado una flauta de hueso de oso en la actual Eslovenia, que data de hace unos 43.000 años y probablemente fue utilizada por neandertales. Asimismo, se halló otra flauta de marfil de mamut en Alemania, que tiene alrededor de 35.000 años y se atribuye a los cromañones.

 

Al nacer la Masonería, a principios del Siglo XVIII, es en las Constituciones de Anderson de 1723 en donde hallamos las más antiguas canciones impresas. Y a partir de esa fecha las encontramos en todas partes en muy variadas formas, ya sea a la manera de himnos, cánticos, composiciones instrumentales, marchas, Etc.

 

A partir de esa fecha, experimentaron un notable florecimiento. Su propósito principal ha sido el de recrear y ambientar las historias, mitos y leyendas de la Masonería, además de animar los banquetes. Estas composiciones musicales se ajustaban a los estilos populares de los lugares y las épocas y estaban pensadas principalmente para el disfrute y el regocijo de los miembros de las logias. Frecuentemente, las canciones también celebraban las virtudes y habilidades de sus líderes y culminaban con una invitación para brindar en su honor.

 

Pero también las encontramos destinadas a momentos específicos del ritual como el de la entrada al Taller, el reconocimiento de los hermanos y hermanas, el encendido de las luces, el preguntar por la hora de iniciar o concluir los trabajos, la apertura de los mismos, un receso, el Tronco de la Viuda, la Cadena de Unión, el apagado de las luces, la salida del Taller, las pruebas, las purificaciones, los viajes… 

 

Se destacaron en el siglo XVIII como compositores de música Masónica Jean Christophe Naudot, Luis Nicolás Cleramboult, François Girourt, y sobre todo Wolfgang Amadeus Mozart, quienes otorgan a la música Masónica carta de nobleza componiendo verdaderas obras maestras. En el extremo productivo se encuentra W. A. Mozart, con once piezas magistrales compuestas especialmente para la Orden.

 

Ahora bien, ¿qué características debe poseer una composición para ser considerada como Masónica? La respuesta es sencilla: Que el autor, sea Masón o no, prepare la composición para uso exclusivo en las Logias o adoptada, brinde en su composición un aire portador de emociones y que, gracias a la letra, a la música y/o la voz del cantante, se trascienda las diferentes fases de una ceremonia Masónica.

 

Las letras siempre hacen referencia a los valores morales o a las cualidades Masónicas. Verbi gracia, los principios de libertad, igualdad y fraternidad, al tiempo que se convertían en la divisa de la República Francesa eran promulgados en las Logias y se encuentran en el texto de sus canciones, al lado de símbolos esenciales de la Masonería como el compás, la escuadra, la piedra bruta y tallada, el cincel, etc.

 

Los estudiosos han encontrado que sí existen modos musicales Masónicos. Por ejemplo: la tonalidad de Mi bemol mayor portando tres bemoles, sería Masónica bajo la explicación de que el simbolismo de la Orden hace a menudo referencia al número tres. Es innegable que los Masones compositores lograron introducir con éxito alusiones simbólicas relacionadas con la Masonería en sus obras.

 

Un claro ejemplo se encuentra en la obertura de "La Flauta Mágica", de Mozart, cuyo libreto escribió el también Masón Emanuel Schikaneder. En esta pieza, el compositor emplea la repetición de tres veces tres acordes, un recurso rítmico que no deja lugar a dudas sobre su intención de representar la batería del Grado de Aprendiz.

 

Sin embargo, los especialistas coinciden en que no es posible componer música Masónica relegando la inspiración melódica en la búsqueda de una construcción puramente matemática o geométrica para reflejar el simbolismo de la Orden. De allí, solo puede resultar un maridaje musical deficiente y sin mayor calidad, contraviniendo el principio fundamental de que la música en las reuniones debe, ante todo, provocar una emoción en el oyente que complemente y enriquezca los contenidos del método de construcción Masónico en curso.

 

La Flauta Mágica” es una obra escrita por y para Masones, y para su comprensión plena hay que conocer la ceremonia de Iniciación del Rito Zinnendorf, tal como se practicaba en Austria en los 1700s y lo conoció Mozart, y no cómo se lleva a cabo en el Siglo XXI. Este es un rito exclusivamente cristiano trinitario que consta de siete Grados con marcadas diferencias con los ritos Escocés Antiguo y Aceptado, francés, York, Emulation o el Menfis Mizraim, para solo citar unos cuantos ejemplos de los más practicados en la Europa latina, las islas británicas, las tres Américas y África.

 

De otro modo, "La Flauta Mágica" no es más que un cuento de hadas entretenido, salpicado de uno que otro contenido Masónico, basado en la cultura popular alemana, en donde el humor de Papageno se convierte en el foco principal, eclipsando la exaltación de la manera en que la virtud, la justicia y la luz disipan las fuerzas del mal, así como la los elogios a una sabiduría sustentada en el conocimiento de la verdad. Es la mirada desde el Rito Zinnendorf del Siglo XVIII lo que brinda la comprensión plena de los elementos que confieren a "La Flauta Mágica" la totalidad de su carácter Masónico.

 

La lista de los Masones que han sido músicos es larga y además de los citados incluye a I. J. Pleyel, Johan Christian Bach, Jean Sibelius, Franz Joseph Haydn, Felix Mendelssohn Bartholdy, Hector Berlioz, Nicolo Paganini, Franz Liszt y John Philip Souza, entre los clásicos, así como cultores de la música popular de la talla de Duke Ellington, Nat “King” Cole, Louis Armstrong… pero siempre hay que distinguir que muchos de ellos no compusieron obras para ser interpretadas con fines ceremoniales masónicos, aunque durante su paso por la Orden con frecuencia deleitaban con el ejercicio fraternal de su talento. Por lo tanto, su música no puede ser considerada como Masónica.

 

La importancia de la música en la Masonería es de tal naturaleza, que, en la mayoría de las Logias, sin distingo del rito en el que trabajan, eligen a un oficial encargado de una “Columna de la Armonía” dispuesta para dotar de melodías a las ceremonias y los ágapes.

 

No se trata de solo, por ejemplo, de hacer sonar el himno nacional en la Instalación de dignidades, de ambientar las pausas con la “Pequeña Cantata Masónica” y, en ocasiones luctuosas, la “Marcha Fúnebre Masónica K477” de Mozart, o de adornar las Tenidas entonando la “Canción de la Alegría”, en la versión que empieza con “Escucha, hermano / la canción de la alegría / el canto alegre del que espera / un nuevo día. / Ven, canta, sueña cantando / vive soñando el nuevo sol / en que los hombres / volverán a ser hermanos...”. 

 

Escuchar las melodías apropiadas, entrelazadas con cada momento de un ritual Masónico, es una experiencia maravillosa que no debe eclipsar a los dos principales protagonistas de los trabajos que son la palabra y el silencio, sino por el contrario construir con ellos un solo corpus iniciático.

                         

Iván Herrera Michel

Ex Presidente de CLIPSAS


 


MASONIC CEREMONIAL MUSIC

By: Iván HERRERA MICHEL

Former President of CLIPSAS




Masonic ceremonial music has been used in lodges since the 17th century and has roots in an ancient cultural tradition that dates back more than 40,000 years to the Upper Paleolithic period. Anthropologists have discovered that even at that time, flutes were used in rituals. For example, a bear bone flute dating back about 43,000 years has been found in present-day Slovenia, likely used by Neanderthals. Similarly, another mammoth ivory flute dating back around 35,000 years has been found in Germany, attributed to Cro-Magnons.


When Freemasonry emerged in the early 18th century, the oldest printed songs were found in Anderson's Constitutions of 1723. From that date, they can be found everywhere in very varied forms, whether as hymns, songs, instrumental compositions, marches, etc.


From that date, they experienced a notable flourishing. Their main purpose has been to recreate and set the ambiance for the stories, myths, and legends of Freemasonry, as well as to enliven banquets. These musical compositions adapted to the popular styles of the places and times and were mainly intended for the enjoyment and delight of lodge members. Frequently, the songs also celebrated the virtues and skills of their leaders and culminated with an invitation to toast in their honor.


But we also find them intended for specific moments of the ritual, such as the entrance to the Lodge, the recognition of brothers and sisters, the lighting of the lights, the inquiry about the time to start or conclude the work, the opening of the same, a break, the Widow's Trunk, the Chain of Union, the extinguishing of the lights, the exit from the Lodge, the tests, the purifications, the journeys...


In the 18th century, notable composers of Masonic music included Jean Christophe Naudot, Luis Nicolás Cleramboult, François Girourt, and especially Wolfgang Amadeus Mozart, who gave Masonic music a noble status by composing true masterpieces. At the productive extreme is W. A. Mozart with eleven masterful pieces composed especially for the Order.


Now, what characteristics must a composition have to be considered Masonic? The answer is simple: Whether the author is a Mason or not, whether the composition is prepared for exclusive use in lodges or adopted, it should in its composition evoke emotions and, thanks to the lyrics, music, and/or the singer's voice, transcend the different phases of a Masonic ceremony.


The lyrics always refer to moral values or Masonic qualities. For example, the principles of liberty, equality, and fraternity, which became the motto of the French Republic, were proclaimed in the lodges and are found in the text of their songs alongside essential Masonic symbols like the compass, the square, the rough and dressed stone, the chisel, etc.


Scholars have found that there are indeed Masonic musical modes. For example, the key of E-flat major, with three flats, would be Masonic under the explanation that the Order's symbolism often refers to the number three. It is undeniable that Masonic composers successfully introduced symbolic allusions related to Freemasonry in their works.


A clear example is found in the overture of Mozart's "The Magic Flute," whose libretto was written by fellow Mason Emanuel Schikaneder. In this piece, the composer employs the repetition of three sets of three chords, a rhythmic resource that leaves no doubt about his intention to represent the battery of the Entered Apprentice Degree.


However, specialists agree that it is not possible to compose Masonic music by relegating melodic inspiration in favor of a purely mathematical or geometric construction to reflect the Order's symbolism. This would only result in a deficient and low-quality musical marriage, contravening the fundamental principle that the music in meetings should primarily evoke an emotion in the listener that complements and enriches the contents of the ongoing Masonic construction method.


"The Magic Flute" is a work written by and for Masons, and for its full understanding, one must know the Zinnendorf Rite initiation ceremony as it was practiced in Austria in the 1700s, as Mozart knew it, and not as it is carried out in the 21st century. This is an exclusively Christian Trinitarian rite consisting of seven degrees with marked differences from the Ancient and Accepted Scottish Rite, the French Rite, York Emulation, or Memphis-Misraim, to name a few of the most practiced in Latin Europe, the British Isles, the three Americas, and Africa.


Otherwise, "The Magic Flute" is nothing more than an entertaining fairy tale sprinkled with some Masonic content based on German popular culture, where Papageno's humor becomes the main focus, eclipsing the exaltation of how virtue, justice, and light dispel the forces of evil, as well as the praises of wisdom based on the knowledge of truth. It is the view from the 18th-century Zinnendorf Rite that provides a full understanding of the elements that give "The Magic Flute" its entire Masonic character.

The list of Masons who have been musicians is long and, besides those mentioned, includes I. J. Pleyel, Johan Christian Bach, Jean Sibelius, Franz Joseph Haydn, Felix Mendelssohn Bartholdy, Hector Berlioz, Nicolo Paganini, Franz Liszt, and John Philip Sousa among the classics, as well as popular music figures like Duke Ellington, Nat “King” Cole, Louis Armstrong... but it must always be distinguished that many of them did not compose works to be performed for Masonic ceremonial purposes, although during their time in the Order they frequently delighted with the fraternal exercise of their talent. Therefore, their music cannot be considered Masonic.


The importance of music in Freemasonry is such that in most lodges, regardless of the rite they work in, an officer is chosen to be in charge of a “Column of Harmony” to provide melodies for ceremonies and agapes.


It is not just, for example, about playing the national anthem at the Installation of dignities, setting the mood during breaks with the "Little Masonic Cantata," and in mournful occasions the "Masonic Funeral March K477" by Mozart, or adorning the meetings by singing the "Song of Joy" in the version that begins with “Listen brother / the song of joy / the cheerful song of the one who hopes / for a new day. / Come sing, dream singing / live dreaming of the new sun / in which men / will be brothers again...”.


Listening to appropriate melodies intertwined with each moment of a Masonic ritual is a wonderful experience that should not eclipse the two main protagonists of the work, which are the word and the silence, but rather build with them a single initiatory corpus.


Iván HERRERA MICHEL


 


LA MUSIQUE CÉRÉMONIELLE MAÇONNIQUE

Par : Iván HERRERA MICHEL

Ancien Président de CLIPSAS






La musique cérémonielle maçonnique est utilisée dans les loges depuis le XVIIe siècle et trouve ses racines dans une ancienne tradition culturelle remontant à plus de 40 000 ans, pendant le Paléolithique supérieur. Les anthropologues ont découvert que déjà à cette époque, des flûtes étaient utilisées dans des rituels. Par exemple, une flûte en os d’ours trouvée en Slovénie actuelle date d’environ 43 000 ans et était probablement utilisée par les Néandertaliens. De même, une autre flûte en ivoire de mammouth a été trouvée en Allemagne et date d’environ 35 000 ans, attribuée aux Cro-Magnons.


À la naissance de la Franc-maçonnerie au début du XVIIIe siècle, c'est dans les Constitutions d'Anderson de 1723 que l'on trouve les plus anciennes chansons imprimées. Et à partir de cette date, on les trouve partout sous des formes très variées, que ce soit sous forme d'hymnes, de chants, de compositions instrumentales, de marches, etc.


Depuis cette époque, elles ont connu un remarquable épanouissement. Leur principal objectif a été de recréer et de mettre en scène les histoires, mythes et légendes de la Franc-maçonnerie, en plus d'animer les banquets. Ces compositions musicales s'adaptaient aux styles populaires des lieux et des époques et étaient principalement destinées au plaisir et à la réjouissance des membres des loges. Souvent, les chansons célébraient également les vertus et les compétences de leurs dirigeants et se terminaient par une invitation à porter un toast en leur honneur.


Mais on les trouve également destinées à des moments spécifiques du rituel, tels que l'entrée au Temple, la reconnaissance des frères et sœurs, l'allumage des lumières, la demande de l'heure pour commencer ou conclure les travaux, l'ouverture de ceux-ci, une pause, le Tronc de la Veuve, la Chaîne d'Union, l'extinction des lumières, la sortie du Temple, les épreuves, les purifications, les voyages…


Au XVIIIe siècle, des compositeurs tels que Jean Christophe Naudot, Louis Nicolas Clérambault, François Girourt et surtout Wolfgang Amadeus Mozart se sont distingués en tant que compositeurs de musique maçonnique, élevant la musique maçonnique au rang de noble art en composant de véritables chefs-d'œuvre. Au sommet de la production se trouve W. A. Mozart avec onze pièces magistrales composées spécialement pour l'Ordre.


Alors, quelles caractéristiques une composition doit-elle posséder pour être considérée comme maçonnique ? La réponse est simple : que l'auteur, qu'il soit maçon ou non, prépare la composition pour un usage exclusif dans les loges ou qu'elle soit adoptée, donne à sa composition une ambiance porteuse d'émotions et que grâce aux paroles, à la musique et/ou à la voix du chanteur, les différentes phases d'une cérémonie maçonnique soient transcendées.


Les paroles font toujours référence aux valeurs morales ou aux qualités maçonniques. Par exemple, les principes de liberté, égalité et fraternité, qui sont devenus la devise de la République française, étaient proclamés dans les loges et se trouvent dans les textes de leurs chansons, aux côtés de symboles essentiels de la Franc-maçonnerie tels que le compas, l'équerre, la pierre brute et taillée, le ciseau, etc.

Les chercheurs ont trouvé qu'il existe des modes musicaux maçonniques. Par exemple : la tonalité de mi bémol majeur avec trois bémols serait maçonnique sous l'explication que le symbolisme de l'Ordre fait souvent référence au nombre trois. Il est indéniable que les compositeurs maçons ont réussi à introduire avec succès des allusions symboliques liées à la Franc-maçonnerie dans leurs œuvres.


Un exemple clair se trouve dans l'ouverture de "La Flûte enchantée" de Mozart, dont le livret a été écrit par le franc-maçon Emanuel Schikaneder. Dans cette pièce, le compositeur utilise la répétition de trois fois trois accords, une ressource rythmique qui ne laisse aucun doute sur son intention de représenter la batterie du Grade d'Apprenti.


Cependant, les spécialistes s'accordent à dire qu'il n'est pas possible de composer de la musique maçonnique en reléguant l'inspiration mélodique à la recherche d'une construction purement mathématique ou géométrique pour refléter le symbolisme de l'Ordre. Cela ne pourrait aboutir qu'à un mariage musical déficient et de moindre qualité, contrevenant au principe fondamental selon lequel la musique lors des réunions doit avant tout provoquer une émotion chez l'auditeur qui complète et enrichisse les contenus de la méthode de construction maçonnique en cours.


"La Flûte enchantée" est une œuvre écrite par et pour des maçons et pour une compréhension pleine, il faut connaître la cérémonie d'Initiation du Rite Zinnendorf telle qu'elle était pratiquée en Autriche dans les années 1700 et telle que Mozart l'a connue, et non pas comment elle se déroule au XXIe siècle. Il s'agit d'un rite exclusivement chrétien trinitaire qui comporte sept Grades, avec des différences marquées par rapport aux rites Écossais Ancien et Accepté, français, York, Emulation ou Memphis Misraïm pour ne citer que quelques exemples parmi les plus pratiqués en Europe latine, les îles britanniques, les trois Amériques et l'Afrique.


Sinon, "La Flûte enchantée" n'est rien de plus qu'un conte de fées divertissant parsemé de quelques contenus maçonniques basés sur la culture populaire allemande, où l'humour de Papageno devient le point focal, éclipsant l'exaltation de la manière dont la vertu, la justice et la lumière dissipent les forces du mal, ainsi que les éloges à une sagesse fondée sur la connaissance de la vérité. C'est la perspective du Rite Zinnendorf du XVIIIe siècle qui offre une compréhension complète des éléments conférant à "La Flûte enchantée" la totalité de son caractère maçonnique.


La liste des maçons qui ont été musiciens est longue et, en plus des cités, comprend I. J. Pleyel, Johan Christian Bach, Jean Sibelius, Franz Joseph Haydn, Felix Mendelssohn Bartholdy, Hector Berlioz, Nicolo Paganini, Franz Liszt et John Philip Sousa parmi les classiques, ainsi que des figures de la musique populaire telles que Duke Ellington, Nat “King” Cole, Louis Armstrong… mais il faut toujours distinguer que beaucoup d'entre eux n'ont pas composé des œuvres destinées à être interprétées à des fins cérémonielles maçonniques, bien que pendant leur passage dans l'Ordre, ils aient souvent enchanté par l'exercice fraternel de leur talent. Par conséquent, leur musique ne peut être considérée comme maçonnique.


L'importance de la musique dans la Franc-maçonnerie est telle que, dans la majorité des loges, sans distinction du rite dans lequel elles travaillent, elles choisissent un officier chargé d'une "Colonne de l'Harmonie" destinée à doter les cérémonies et les agapes de mélodies.


Il ne s'agit pas seulement, par exemple, de faire résonner l'hymne national lors de l'Installation des dignités, d'animer les pauses avec la "Petite Cantate Maçonnique" et, en cas de deuil, la "Marche Funèbre Maçonnique K477" de Mozart ou d'orner les Tenues en chantant la "Chanson de la Joie" dans la version qui commence par "Écoute frère / la chanson de la joie / le chant joyeux de celui qui espère / un nouveau jour. / Viens chante, rêve en chantant / vis en rêvant le nouveau soleil / où les hommes / redeviendront frères...".


Écouter les mélodies appropriées entrelacées avec chaque moment d'un rituel maçonnique est une expérience merveilleuse qui ne doit pas éclipser les deux principaux protagonistes des travaux que sont la parole et le silence, mais au contraire, construire avec eux un seul corpus initiatique.


 Iván HERRERA MICHEL

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