
EMPATÍA Y FRATERNIDAD EN EL MUNDO ACTUAL
by David ARRIETA-LÓPEZ
Para comenzar a hablar sobre empatía, primero hay que reflexionar sobre el amor y la voluntad en el ser humano, relacionando a Eros, como fuente u origen de la vida. Eros, con sus flechas doradas, penetra el frío seno de la tierra, dando origen a la vida misma. Este concepto mitológico puede vincularse con la empatía, que es la capacidad de sentir calidez humana ante el sufrimiento del otro, permitiendo ser afectado y transformado desde las profundidades del ser. La empatía implica una forma de amor hacia el prójimo que no se limita al entendimiento superficial del comportamiento humano ni al sentimentalismo, sino que abarca también el cuidado del otro, colocándose en su lugar. Como dice el dicho popular: “estar en los zapatos del otro” (May, 1969). Es sentir afecto hacia el prójimo, aprendiendo a respetarlo para que pueda desarrollarse tal cual es, sin sumisiones o servidumbres patológicas (Fromm, 1956).
El sentimentalismo es muy diferente de la empatía. Usualmente, las personas tienden a confundir ambos términos. La empatía no es solamente comprender el sufrimiento que transmiten los otros; es sentir lo que el otro siente sin ser indiferentes. Es experimentar el dolor, el sufrimiento y la enfermedad del otro; es colocarse en el lugar del desvalido, del mendigo, del desafortunado. Generalmente, el ser humano busca protegerse de la empatía como mecanismo de defensa. Se rechaza lo que no se quiere comprender y se desprecia como si fuera una energía negativa o algo tóxico. Hoy día, se escucha con frecuencia la expresión "esa persona es tóxica", lo que a menudo implica un alejamiento en lugar de un intento de comprensión y ayuda. Lo contrario del amor no es el odio, sino la apatía (May, 1969). Muchas personas creen ser más humanas al expresar sentimentalismos en redes sociales como Facebook y YouTube. Publican videos conmovedores para demostrar sensibilidad y preocupación por diversas causas, como los animales o el medio ambiente. Sin embargo, esto es superficial y pertenece al mundo de las apariencias. Es una proyección de imagen que, al igual que los medios de comunicación tradicionales, no representa una empatía genuina.

Irvin Yalom nos ofrece múltiples ejemplos sobre el sentimentalismo y la falta de cuidado como una forma de evadir la culpa y la responsabilidad de nuestra existencia (Yalom, 1980). Hoy en día, es común ver políticos corruptos que asisten a iglesias con fines propagandísticos, intentando conmover a los espectadores a través de una pantalla. Yalom describe cómo una persona puede conmoverse hasta las lágrimas con una obra de teatro y, al salir, ignorar a un vagabundo pidiendo ayuda en la calle. Aquí se observa la incoherencia, la hipocresía y la falta de verdadera empatía.
La empatía no es un adorno ni una palabra decorativa utilizada para sentirnos mejores humanamente. Es un proceso transformador. Preocuparse por el bienestar del otro implica acciones concretas, no solo emociones pasajeras. Otro ejemplo que Yalom menciona es su propia experiencia contemplando un paisaje hermoso y concluyendo que "la vida es bella". Sin embargo, pronto se da cuenta de su percepción egoísta: los animales en el océano, que viven angustiados por no ser devorados, no comparten esa visión idílica.

Erich Fromm también resalta la diferencia entre sentimentalismo y empatía al hablar del respeto. Explica que la palabra proviene del latín "respicere", que significa "mirar al otro". Respetar no es sumisión ni reverencia; es reconocer y comprender la humanidad del otro.
La fraternidad, por su parte, es el reconocimiento de que todos formamos parte de una misma comunidad, donde el bienestar de cada persona impacta en el bienestar colectivo. Sin empatía ni fraternidad, el mundo se vuelve frío, indiferente y hostil. La sociedad se fragmenta, afectando la comunicación fraterna. El mundo ha perdido el contacto cálido y directo y se ha convertido en esquizoide, entendiendo este término como la falta de contacto genuino. Esta desconexión empática y fraterna se traduce en frialdad, indiferencia y conflictos que llevan a guerras y destrucción.
En la actualidad, vivimos en una sociedad anti-fraternal, totalmente desconectada y aislada vivencialmente, pero conectada y conmovida artificialmente. Rollo May predijo esta tendencia antes de que existieran los avances tecnológicos modernos. A pesar de sus beneficios, la tecnología también tiene un lado deshumanizante debido a su rapidez. No dominamos la tecnología; por el contrario, la tecnología nos domina, lo que se evidencia en fenómenos como la adicción a las redes sociales.
El reto de la humanidad no es eliminar la tecnología, ya que esta es una extensión del ser humano. Es imprescindible para la supervivencia moderna. Sin embargo, es fundamental recuperar la empatía y la fraternidad. El sentimiento fraternal ha disminuido, y es necesario construir puentes para dialogar y vivir la vida de manera más plena.
David Arrieta-Lopez
Referencias
• Fromm, E. (1956). El arte de amar. Harper & Row.
• May, R. (1969). Love and Will. W.W. Norton & Company.
• Yalom, I. (1980). Existential Psychotherapy. Basic Books.
David ARRIETA-LÓPEZ
EMPATHY AND FRATERNITY IN THE MODERN WORLD
by David ARRIETA-LÓPEZ

To begin discussing empathy, one must first reflect on love and will in the human being, linking Eros as the source or origin of life. Eros, with his golden arrows, penetrates the cold bosom of the earth, giving rise to life itself. This mythological concept can be connected with empathy, which is the capacity to feel human warmth in the face of another’s suffering, allowing one to be affected and transformed from the depths of one’s being. Empathy implies a form of love toward one’s neighbor that goes beyond a superficial understanding of human behavior or mere sentimentality; it also encompasses caring for the other by putting oneself in their place. As the popular saying goes: «to walk in someone else’s shoes» (May, 1969). It is to feel affection for one’s neighbor, learning to respect them so that they may develop as they truly are, without pathological subjugation or servitude (Fromm, 1956).
Sentimentalism is very different from empathy. People usually tend to confuse the two terms. Empathy is not merely about understanding the suffering conveyed by others; it is about feeling what the other feels without indifference. It is to experience another’s pain, suffering, and illness; it is to put oneself in the place of the downtrodden, the beggar, the unfortunate. Generally, human beings try to shield themselves from empathy as a defense mechanism. One rejects what one does not wish to understand and despises it as if it were a negative or toxic energy. Nowadays, the expression «that person is toxic» is frequently heard, which often implies distancing oneself rather than attempting understanding and help. The opposite of love is not hatred, but apathy (May, 1969). Many people believe they are more human by expressing sentimentalism on social networks such as Facebook and YouTube. They post moving videos to demonstrate sensitivity and concern for various causes, such as animals or the environment. However, this is superficial and belongs to the world of appearances. It is an image projection that, like traditional media, does not represent genuine empathy.

Irvin Yalom offers us multiple examples of sentimentalism and a lack of care as a way to evade the guilt and responsibility of our existence (Yalom, 1980). Today, it is common to see corrupt politicians attending churches for propagandistic purposes, attempting to move viewers through a screen. Yalom describes how a person can be moved to tears by a play and, upon leaving, ignore a homeless person asking for help on the street. Here one observes incoherence, hypocrisy, and a lack of true empathy.
Empathy is not an ornament or a decorative word used to make us feel better about our humanity. It is a transformative process. Caring for the well-being of others implies concrete actions, not just fleeting emotions. Another example mentioned by Yalom is his own experience of contemplating a beautiful landscape and concluding that «life is beautiful». However, he soon realizes his selfish perception: the animals in the ocean, anguished at the fear of being devoured, do not share that idyllic vision.
Erich Fromm also underscores the difference between sentimentalism and empathy when discussing respect. He explains that the word comes from the Latin «respicere», which means «to look at the other». To respect is not to submit or show reverence; it is to recognize and understand the humanity of the other.

Fraternity, on the other hand, is the recognition that we all belong to the same community, where the well-being of each individual affects the collective well-being. Without empathy or fraternity, the world becomes cold, indifferent, and hostile. Society fragments, undermining fraternal communication. The world has lost warm, direct contact and has become schizoid—in this sense, a lack of genuine connection. This empathetic and fraternal disconnection translates into coldness, indifference, and conflicts that lead to wars and destruction.
Today, we live in an anti-fraternal society, completely disconnected and experientially isolated, yet artificially connected and moved. Rollo May predicted this trend long before modern technological advances existed. Despite its benefits, technology also has a dehumanizing side due to its speed. We do not master technology; rather, technology masters us, as evidenced by phenomena such as addiction to social networks.
The challenge for humanity is not to eliminate technology, since it is an extension of the human being and is essential for modern survival. However, it is crucial to recover empathy and fraternity. The fraternal sentiment has diminished, and it is necessary to build bridges for dialogue and to live life more fully.
David Arrieta-Lopez
References
• Fromm, E. (1956). The Art of Loving. Harper & Row.
• May, R. (1969). Love and Will. W.W. Norton & Company.
• Yalom, I. (1980). Existential Psychotherapy. Basic Books.
EMPATHIE ET FRATERNITÉ DANS LE MONDE ACTUEL
par David ARRIETA-LÓPEZ
Pour commencer à parler d’empathie, il faut d’abord réfléchir sur l’amour et la volonté chez l’être humain, en liant Eros comme source ou origine de la vie. Eros, avec ses flèches d’or, pénètre le sein froid de la terre, donnant ainsi naissance à la vie elle-même.
Ce concept mythologique peut être associé à l’empathie, qui est la capacité de ressentir une chaleur humaine face à la souffrance d’autrui, permettant d’être affecté et transformé depuis les profondeurs de l’être. L’empathie implique une forme d’amour pour son prochain qui ne se limite pas à une compréhension superficielle du comportement humain ni au sentimentalisme, mais englobe également le soin apporté à l’autre en se mettant à sa place.
Comme le dit le proverbe : « se mettre à la place de l’autre » (May, 1969).
C’est ressentir de l’affection pour son prochain, en apprenant à le respecter afin qu’il puisse se développer tel qu’il est, sans soumissions ni servitudes pathologiques (Fromm, 1956).
Le sentimentalisme est très différent de l’empathie. Habituellement, les gens ont tendance à confondre ces deux termes. L’empathie ne consiste pas seulement à comprendre la souffrance que transmettent autrui ; c’est ressentir ce que l’autre ressent sans rester indifférent. C’est éprouver la douleur, la souffrance et la maladie de l’autre ; c’est se mettre à la place du démuni, du mendiant, du malheureux.
En général, l’être humain cherche à se protéger de l’empathie en tant que mécanisme de défense. On rejette ce que l’on ne veut pas comprendre et on le méprise comme s’il s’agissait d’une énergie négative ou de quelque chose de toxique. De nos jours, on entend fréquemment l’expression « cette personne est toxique », ce qui implique souvent de s’éloigner plutôt que de tenter de comprendre et d’aider. L’opposé de l’amour n’est pas la haine, mais l’apathie (May, 1969).
Beaucoup de personnes se croient plus humaines en exprimant leur sentimentalisme sur des réseaux sociaux tels que Facebook et YouTube. Elles publient des vidéos émouvantes pour montrer leur sensibilité et leur préoccupation pour diverses causes, comme les animaux ou l’environnement. Cependant, cela est superficiel et relève du monde des apparences. C’est une projection d’image qui, tout comme les médias traditionnels, ne représente pas une véritable empathie.

Irvin Yalom nous offre de multiples exemples de sentimentalisme et de manque de sollicitude, utilisés comme moyen d’éviter la culpabilité et la responsabilité de notre existence (Yalom, 1980). De nos jours, il est courant de voir des politiciens corrompus fréquenter des églises à des fins de propagande, tentant d’émouvoir les spectateurs à travers un écran. Yalom décrit comment une personne peut être émue aux larmes par une pièce de théâtre et, en sortant, ignorer un sans-abri demandant de l’aide dans la rue. Ici se constatent l’incohérence, l’hypocrisie et le manque de véritable empathie.
L’empathie n’est pas un ornement ni un mot décoratif utilisé pour nous sentir meilleurs sur le plan humain. C’est un processus transformateur. Se soucier du bien-être d’autrui implique des actions concrètes, et non seulement des émotions passagères. Un autre exemple mentionné par Yalom est sa propre expérience en contemplant un paysage magnifique et en concluant que « la vie est belle ». Cependant, il se rend rapidement compte de sa perception égoïste : les animaux dans l’océan, qui vivent dans l’angoisse de ne pas être dévorés, ne partagent pas cette vision idyllique.

Erich Fromm souligne également la différence entre sentimentalisme et empathie lorsqu’il parle du respect. Il explique que le mot provient du latin « respicere », qui signifie « regarder l’autre ». Respecter n’est pas une soumission ni une révérence ; c’est reconnaître et comprendre l’humanité de l’autre.
La fraternité, quant à elle, est la reconnaissance que nous faisons tous partie d’une même communauté, où le bien-être de chaque personne impacte le bien-être collectif. Sans empathie ni fraternité, le monde devient froid, indifférent et hostile. La société se fragmente, affectant la communication fraternelle. Le monde a perdu le contact chaleureux et direct et est devenu schizoïde, ce terme désignant l’absence de contact authentique. Cette déconnexion empathique et fraternelle se traduit par la froideur, l’indifférence et des conflits qui mènent à des guerres et à la destruction.
Actuellement, nous vivons dans une société anti-fraternelle, totalement déconnectée et isolée sur le plan expérientiel, mais artificiellement connectée et émue. Rollo May avait prédit cette tendance avant l’avènement des avancées technologiques modernes. Malgré ses bénéfices, la technologie a également un côté déshumanisant en raison de sa rapidité. Nous ne maîtrisons pas la technologie ; au contraire, la technologie nous maîtrise, comme en témoignent des phénomènes tels que l’addiction aux réseaux sociaux.
Le défi de l’humanité n’est pas d’éliminer la technologie, car elle est une extension de l’être humain et est indispensable à la survie moderne. Cependant, il est fondamental de retrouver l’empathie et la fraternité. Le sentiment fraternel a diminué et il est nécessaire de construire des ponts pour dialoguer et vivre la vie de manière plus épanouie.
David Arrieta Lopez
Références
• Fromm, E. (1956). L’art d’aimer. Harper & Row.
• May, R. (1969). Love and Will. W.W. Norton & Company.
• Yalom, I. (1980). Existential Psychotherapy. Basic Books.
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